¿Quién no ha soñado alguna vez con viajar en el tiempo? Seguramente todos. Algunos se empeñan en decir que no se puede.Cuando en realidad es perfectamente posible. Solo hace falta un poco de imaginación o desplazarte a algún lugar por el que parezca que no han pasado los años. En nuestro entorno hay dos que son la bomba. El primero, de menor interés, es la galería comercial (centro comercian en sí) de Mamut. Imaginaos un centro comercial construido en ¿los 80? y que a día de hoy sigue prácticamente igual. El supermercado de su interior ha cambiado y ahora es Alcampo, pero la galería comercial sigue igual. Su aspecto decadente de los materiales de su interior no son los únicos en transportarte en el tiempo. Ayudan mucho los comercios que decoran sus pasillos. Muchos de ellos no han cambiado y siguen vendiendo el mismo tipo de mobiliario u objetos de decoración, pero otros han cerrado dejando tras de si un primer piso olvidado y oscuro que muy poca gente visita. ¡Y eso que hay escaleras mecánicas!
El segundo tiene mucha más interés por varias razones. Primero de todo su ubicación. El parque de atracciones del Monte Igueldo será, seguramente, uno de los puntos con mejores vistas a Donostia-San Sebastián y que aporta a la ciudad una silueta característica gracias, sobre todo, a la torre tipo castillo que corona el monte.
Subir al Monte Igueldo es… cómo lo diríamos… caer a una piscina de lo cutre pero entrañable, de recuerdos y asombro. Y es que te paras a pensar en ¡Cómo se nos ocurría montar en esto de pequeños!
Para los que no lo conozcáis os diremos que el Monte Igueldo en un parque con atracciones de los años 50, hechas de madera y cemento. En el vídeo se puede apreciar todo esto. Pero lo curioso es que a pesar de parecerte todo un cutre, peligroso, anticuado etc… te gusta. Te atrae. Te parece un planazo subir a recordar aquellas visitas al parque cuando eras pequeño. Todo te da esa risa de «¡Alaaaaaa! Mira! Ahí me acuerdo que..!»
Después de la visita al parque dimos una vuelta por el centro para ver los últimos fuegos de la Semana Grande Donostiarra y cenar unos bocatas. Lo que viene marcando la tradición, vamos 😉
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