Llevamos tiempo que oímos toda clase de historias sobre los grupos de whatsapp de los colegios. Algunas anécdotas que dan la vuelta al mundo en pocas horas, pero que no dejan se ser eso, anécdotas.Esta misma semana ha salido publicado una pequeña columna de opinión en un periódico que nos llegó a través del Facebook. Compartimos esa foto con vosotros para que juzguéis vosotros mismos.
Una de las cosas que más nos llama la atención es que siempre que se habla de estos casos, se denomina al grupo “Grupo de madres de clase” o cualquier otra forma, pero siempre “Madres”. Desconocemos si es que a los hombres con hijos se les prohíbe tener Whatsapp 😉
Estos grupos se caracterizan por tener la capacidad absoluta de absorber gran parte de la energía diaria y por tener que morderse la lengua unos/as, y por no mostrar ni un ápice de sentido común otros/as.
A partir de aquí dejaremos de unas la fórmula os/as o @ porque el castellano dispone de la fórmula neutra (como muchos otros idiomas) que coincide con la forma del masculino. Pero lo usaremos en su acepción neutra, de verdad de la buena.
Seguimos con el asunto.
Parece que en estos grupos se deben mantener las formas, tener compasión, ser educado y comprensible, para evitar conflictos y malos entendidos. ¡Qué casualidad! ¡Como en el resto de los ámbitos de la vida! Y aquí queríamos llegar. La educación y las capacidades sociales no crecen en las personas como champiñones en el monte cuando entran a formar parte de un grupo virtual. Es más, la falta de esas cualidades se acentúa en estos territorios. La cuestión es ¿porqué seguimos en un grupo donde hay personas maleducadas, irrespetuosas, manipuldoras y con una falta total de empatía?
Algunos dirán que es por saber si los hijos tienen deberes, por saber si hay alguien con piojos, algún enfermo contagioso etc. Pero lo cierto es que todo eso puede que no compense al desgaste mental que suponen algunos de esos grupos.
Tal y como se percibe en la columna de opinión, nosotros diríamos que es la falta de seguridad en uno mismo. Nosotros llevamos tiempo pensando que una educación más basada en el conocimiento de los sentimientos y su gestión ayuda a la autonomía y seguridad de los niños. ¿Realmente importa si el hijo lleva cantimplora o botella? No. Es una muestra de total falta de confianza en sí mismo. Decides una de las dos opciones, y con ello descartas la otra opción. De la experiencia que esa decisión te aporte aprenderás para la siguiente ocasión (sí, somos libres de cambiar de opinión y ajustarlas a la experiencia).
A veces se nos olvida lo más básico: no nacemos sabiendo. Hemos aprendido con el gerundio (haciendo, cantando, corriendo, cayendo, saltando, nadando…) y por eso somos lo que somos. Y cuando tengamos dudas podemos preguntar, claro que sí, pero no se debería molestar a 30 parejas para decidir si tu hijo debe llevar cantimplora o botella.
Otros muchos casos a comentar sobre los grupos suelen ser los “accidentes” cotidianos de los críos. “Tu hijo ha mordido al mío. Ya ¿y? ¿Hace falta que lo comentes ante las 60 personas del grupo? ¿Qué pretendes? ¿Avisar al resto de padres para que les digan a sus hijos que no se acerquen al mío?” podría ser una conversación muy normal. Sólo hay que fijarse en el tipo de programas de televisión que tienen éxito para saber que hoy en día llama el morbo, el darle mil vueltas a las cosas e importancia a pequeñeces.
Cada uno que saque sus propias conclusiones de su experiencia. Nosotros solo queremos recordar que somos libres de estar donde queremos estar, y no estar donde no queremos estar. Al igual que evitamos rodearnos de personas tóxicas (para cada uno) en el ámbito físico, también lo podemos hacer el en virtual.
#BeHappy #beKatterox my friends.
2 Comments
Me encanta!!txalo bero bat artikuloagatik…?
Eskerrik asko!