Estoy en la sala de espera del Hospital de San Sebastián. He recogido a mi madre en el trabajo porque le había dado su segundo mareo del día y apenas eran las 11 de la mañana. Salgo corriendo al coche con miedo.
Miedo a que aguante en lo que dura el trayecto. Miedo porque la realidad te muestra que tus padres se hacen mayores con una bofetada tan fuerte que te revuelve hasta el estómago. Miedo a no perder la concentración mientras conduces y tener un accidente en el eterno trayecto de 10 minutos que te separa. Miedo a si has tomado la decisión equivocada en no llamar a una ambulancia antes de salir. Miedo a cómo te la encontrarás y si podrás meterla en el coche. Miedos, todos ellos, que seguramente se queden en nada, pero que no puedes evitar tener. Se tiene miedo a aquello que desconoces. Es irracional. Se lo tienes a lo que te imaginas, y no a lo que ocurre.
Ves que está mejor de lo que te esperabas. El segundo mareo y sudor incontrolado parece que se ha pasado. Solo queda la debilidad de haber pasado dos episodios en pocas horas. Pero se agacha a coger una toalla del suelo. «Deja la puta toalla, anda» y vámonos al hospital. A urgencias.
En lo poco que nos separa del hospital hay una conversación que se hace «indispensable». Y no es sobre cómo se encuentra, lo que ha sentido, si se marea otra vez, o si necesitará ayuda para salir del coche. No. Esa conversación taaan importante es sobre dónde coño voy a poder aparcar sin 1) que quede a más de 800 metros de la entrada de urgencias y 2) que no me suponga pagar 20 euros al salir. Estamos a final de mes y, la verdad, no nos viene nada bien ni a ella ni a mi gastar esa cantidad por causa de una urgencia.
Entonces le empiezas a dar vueltas a la cabeza para organizar la logística y dejar a tu madre en ese estado en la entrada de urgencias y marcharte tú a aparcar. Ya sé que una vez entre a urgencias va a estar atendida. Pero a pesar de que no quiero dejarla sola en ese momento, no tengo otro remedio.
Sale del coche. Torpe. Despacio. No tiene la cabeza para hacer movimientos bruscos. Detrás hay un coche que tiene la misma prisa que yo. Y los mismos miedos o peores. Él tiene que esperar, y a mi me entra cierta prisa por no molestar. Me tengo que ir a aparcar.
Doy una vuelta más por la zona libre de pago pero nada. Así que me alejo hacia donde está el parking regulado. Pero casi al lado me meto por una calle entre casas y veo, un tanto sorprendido, que la calle esta repleta de coches aparcados sobre la acera. En huecos entre árboles. Encima de zonas embarradas… Sólo podía pensar en qué hemos hecho los ciudadanos, además de votar a quien no merece nuestro voto, para tener que soportar esto en momentos en los que deberíamos preocuparnos por otras cosas más importantes que aparcar. Acaso ¿no merecemos tener un lugar cerca del hospital, fácil y gratis, para aparcar? ¿Algo práctico que no nos suponga una «mierda» más a añadir a la ya «mierdosa» situación que nos lleva a un hospital?
Parece ser que alguien piensa: «De qué situación desesperada e incómoda del prójimo me puedo aprovechar para sacar dinero y enriquecerme» y se cree empresario. Una empresa aporta valor. Esto es una estafa. Un sacacuartos. El timo de la estampita.
A los 15 minutos de dejar a mi madre en la entrada de urgencias consigo reunirme con ella mientras me siento incómodo con las zapatillas mojadas.
Pero la cosa, lejos de mejorar, empeora. Sí. Cuando te acercas a la cafetería para ingerir algo tras las horas de espera y te encuentras con un menú a casi 10 euros que consta de una ensalada mixta servida en bol, unas croquetas findus (que ni tan mal) y un yogur que, como si del IKEA se tratara, te tienes que coger, llevar a la mesa, comer, y recoger. Es que a 10 euros por menú no llega para camareros y comida decente. No llega porque seguramente algún «empresario», como el del Parking Hospitalario, está aprovechándose de tu situación para sacarte los cuartos y pagarse su fastuoso Porche Cayene nuevo cada año.
Menos mal que al menos el servicio fundamental, el del personal del hospital, ha sido de lo más atento y agradable. Claro, como ellos no son «empresarios» sino personas de a pie, a las que les puede venir mal pagar un parking a final de mes, de las que se preocupan por los demás por vocación, pues aportan. Aportan su tiempo y su sonrisa a que el servicio salga a delante. Porque saben que tú llegas con tus miedos y que son iguales a los que ellos sienten cuando sus madres sufren un achuchón, y no tienen ninguna intención de aprovecharse de ellos.
Que pena de negocio el del miedo.
Esta entrada bien merece un vídeo para nuestro canal de YouTube, pero no nos gusta salir de malos pelos en nuestros vídeos. Además, escribir esto en el momento me ha venido bien para no mostrarle el cabreo a mi madre, que bastante tiene la pobre, y quitarme la necesidad de gritar y echar espumarajos por la boca.
14 Comments
Animo que todo lo malo pasa !! Mucho bat !!
para otra vez llama a una ambulancia para controlar el estado general de tu madre y te dejan con ella en la puerta de urgencias, que para eso estan las ambulancias, no se debe llevar a urgencias a los heridos ni enfermos en coches particulares, por seguridad
Gracias! ?
la proxima vez solicita una ambulancia, que para eso son para llevar a a los enfermos al hospital , para vigilar su estado de salud, y se marea debe de ir tumbada cosa que deberias de saber
Gracias por el consejo ?
Mi comentario…no te conozco, pero te entiendo perfectamente, de principio a fin. Yo tambien hubiera salido corrieendo con mi coche a buscar a mi madre, mi padre o a quien sea que me necesitara y comprendo perfectamente tu frustración. Lo has expresado muy bien, me he sentido muy identificado. Gracias por expresar tus sentimientos, reconforta saber que no estoy solo
Gracias Ignacio.
Como me has recordado, por desgracia , cada vez más a menudo a las situaciones vividas por mi. Lo de esperar la ambulancia es cierto,pero hay veces que tu instinto te dice que no puedes esperar, a mi padre le dio u ictus y si hubiera esperado una ambulancia unos 20 minutos entre que avisas , vienen , reconoce, lo suben el tiempo va en contra del enfermo. Siempre recordamos lo que le dijo el médico a mi padre, dele las gracias a su hija por subirlo tan rápido , esos 20 minutos podrían haber terminado con usted en una silla de ruedas, hoy está totalmente recuperado. La verdad que es en mega negoció el montado entre parking y cafetería, vergüenza tendría que darles, no se sube por diversión sino por necesidad, menos mal que tenemos los mejores profesionales para cuidarnos cuando estamos mal,
Efectivamente. Lo de la ambulancia es una duda eterna, pero el arranque en ese momento… En tu caso tomaste la buena decisión, pero seguro que otros lo hicieron mal. En mi caso no tuvo mayor importancia (que se sepa) y a lo mejor esa ambulancia quedó libre para una urgencia mayor. Nunca se sabe. Pero llamar a la ambulancia o no, no quita el desembolso de los familiares en los días en los que mi madre esté ingresada. Mira el dineral que se gastó con el parking y alrededores (rotonda, acceso a la variante…) ya podían haber mejorado el entorno con parking libre, un buen acceso para buses y taxis, empleados… En fin. Como siempre, manda quien menos debe.
Muchas veces no depende de lo rapido que llames a la ambulancia o subas al hospital , mi madre se me fue y aunque hubiera estado ingresada o la ambulancia hubiera llegado antes no habrian podido hacer nada por ella , nos tenemos que quedar con que hacemos lo que en ese momento creemos que es lo mejor
Doy fé que lo del negocio del bufet y del parking sucede tal como lo cuentas porque viví una experiencia igual cuando por unos dias acompañé a mi hija y cuando quise tomar un desayuno despues de un estudio que me hicieron que flipé en colores, creí que estaba en la cafeteria de» la perla»
Pues cuando estas de parto es incluso peor! Imajina q vives en Irun y q tienes 15 o mas minutos d coche con contracciones y q encima en las clases de preparacion ya te advierten q tu pareja no se separe d ti , asi q aparcar lejos muy lejos cuando te duele y vete andando
La guinda del pastel es el radar de 40km/h entre Onkologikoa y el Hospital de Gipuzkoa. Cuando llevas a un familiar a Urgencias puedes despistarte. Si vas a 47, una velocidad normal para ese tramo, sales en la foto.
Mira, en eso no nos habíamos fijado. Pero vamos, que una pequeña guinda, efectivamente. Gracias por pasarte por aquí.